Nosotrans decidimos



Se me había olvidado lo divertidas que son las manifestaciones en las que no caminas con miedo a que te dispare la policía con pelotas de goma.

Los objetivos de la campaña por la despatologización trans son la retirada de la categoría de "disforia de género" y "trastornos de la identidad de género"

[no somos disfóricas, estamos eufóricas]

de los catálogos diagnósticos DSM (de la Asociación Psiquiátrica Americana) y del CIE (de la OMS) en sus próximas ediciones, previstas para el 2013 y el 2015.

[vamos a quemar ¡vamos a quemar! vamos a quemar ¡la consulta del hospital! vamos a quemar la consulta por violenta y patriarcal]

Dentro del colectivo trans existen dudas al respecto, pues hay quienes consideran que despatologizado sería más complejo luchar por la cobertura sanitaria pública, pero [creo que] una patologización estratégica sólo puede conllevar estigma y problemas a largo plazo muy difícilmente superables. ¿Acaso la patologización ha servido hasta ahora? ¿Acaso todo lo cubierto por la sanidad pública está diagnosticado como patología, véase el embarazo?

El colectivo trans incluye infinitas identidades y expresiones de género: FtM u hombres transexuales (diagnosticados como mujeres en su nacimiento con identidad de género masculina), MtF o mujeres transexuales (diagnosticadas como hombres en su nacimiento con identidad de género femenina), travestis o cross-dressers (expresión de género diferente a su identidad de género), gender-queer (que se mueven entre los géneros, que se identifican con dos o más géneros -bigénero, pángenero-, que no se identifican con ninguno -agénero-, intergénero), intersexuales, andróginxs... Y todo ello es independiente del deseo/necesidad o no deseo/necesidad de intervenciones hormonales o quirúrgicas.Y todo ello cambia también según el entorno geográfico o activista en el que te muevas (travesti significa en muchos países latinos lo que transexual en los colectivos del estado español).

 [¿cuál es mi género? ¡el que me da la gana!]

¿Con toda esta diversidad tiene sentido hablar de dos géneros o dos sexos? Sigamos a Beto Preciado en Testo Yonqui: "No hay dos sexos, sino una multiplicidad de configuraciones genéticas, hormonales, cromosómicas, genitales, sexuales y sensuales. No hay verdad del género, de lo masculino y de lo femenino, fuera de un conjunto de ficciones culturales normativas".

Después de escuchar tantas discusiones (más o menos respetuosas) entre diferentes integrantes del colectivo trans, era genial caminar junto a muchxs de ellxs cantando los mismos lemas.

[mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodillan ante el sistema patriarcal]

"Una tensión que surge entre la teoría queer y los movimientos intersex y transexual se centra en la cuestión de la reasignación del sexo y de las ventajas que conllevan las categorías de género", dice Judith Butler. Quién no se ha enfrentado a su transfobia en algunos momentos de su "transgenerización". Pero volvamos a la teoría del reconocimiento de Butler; qué más da que no entiendas el género de la misma forma que tu compañerx de lucha, lo importante es hacer la vida vivible para todxs:

[...] la tarea de todos estos movimientos consiste en distinguir entre las normas y convenciones que permiten a la gente respirar, desear, amar y vivir, y aquellas normas y convenciones que restringen o coartan las condiciones de vida. A veces las normas funcionan de ambas cosas a la vez, y en ocasiones funcionan de una manera para un grupo determinado y de otra para otro. Lo más importante es cesar de legislar para todas estas vidas lo que es habitable sólo para algunos y, de torma similar, abstenerse de proscribir para todas las vidas lo que es invivible para algunos. Las diferencias en la posición y el deseo marcan los límites de la universabilidad como un relfejo ético. La crítica de las normas de género debe situarse en el contexto de las vidas tal como se viven y debe guiarse por la cuestión de qué maximiza las posibilidades de una vida habitable, qué minimiza la posibilidad de una vida insoportable o, incluso, de la muerte social o literal.
Judith Butler (Deshacer el género, pp. 20-23)

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